jueves, 10 de noviembre de 2011

Inmigrante con DNI Español



Hace 10 años que vivo en Catalunya, hace 10 años que, creyendo haber encontrado el amor, dejé carrera, familia y amigos; y dejé Lima mi ciudad natal. "Lima la horrible" la de Salazar Bondy, la gris, la recatada, la criolla, la de vetustos balcones y calles estrechas que recuerdan la presencia del colono español.

Pero el 2001, Lima también era la ciudad que salía del nefasto gobierno de Alberto Fujimori, el dictador que mató, esterilizó, robó y condenó al Perú a 10 años de injusticia y de terror de Estado, quien se perennizo en el poder, durante dos mandatos, gracias a una ley, que como traje de sastre se mando hacer a su medida. Yo fui testigo privilegiado del cambio, ser periodista y estar en el momento adecuado, en el sitio adecuado me permitieron disfrutar y participar de la caída del tirano.


Cuando recuerdo mi ciudad, vienen a mi mente el mar, las avenidas por las que desesperada, corría en busca de un taxi que me llevara pronto a todos los sitios a los que llegaba tarde. Otras imágenes también se agolpan, como aquella de la feroz búsqueda de clientela por parte de las 'Combis', transporte de 10 o 12 plazas en las que normalmente se hace entrar a 20 personas, recuerdo como en cada parada, el cobrador con medio cuerpo fuera del vehículo llamaba a voces a los posibles clientes. Ahora esas imágenes se me antojan surrealistas.

De mi ciudad también recuerdo la cafetería de San Isidro donde de pequeña iba con mi padre a tomar batidos de helado de lúcuma y tarta de chocolate, y luego íbamos al teatro, o a lustrarnos los zapatos con los lustra botas profesionales del cine El Pacifico. Recuerdo las tardes de domingo en las que tocaba ir a ver películas Hindúes, en casa teníamos una joven asistenta que no tenía familia en la ciudad, así que su día de fiesta lo pasaba con nosotros y le fascinaba llorar delante de la gran pantalla con las historias de amores imposibles de un país que jamás visitaría.


Lima también es la ciudad de mis caídas en bici, de mi primer amor nunca correspondido abiertamente y que me dejo el placer por las relaciones complejas. La ciudad donde nací también es el lugar donde dí mi primer beso avergonzado por no saber la mecánica del asunto. A los 19 años ya no se tiene edad para dar el primer beso, pero el mió fue ganado en unos de esos juegos de reuniones universitarias en los que una botella, luego de ser consumida, se hace girar dentro de un 'círculo humano' para emitir castigos que víctimas 'inocentes' deben pagar.


También recuerdo los cafés con amigos, sobre todo con uno entrañable, uno con el que podía contar para tomar un delicioso mocaccino o una copa de vino y para explicarle las cosas más importantes o disparatadas de mi vida, este amigo mío siempre ha sido la persona con la que he podido llorar y reír de mi misma y divertirme con alguna de las ironías que acostumbrábamos blasfemar absolutamente cómplices. Ahora la distancia física nos separa pero el cariño es el mismo y la emoción mayor, cada vez que hablamos, la alegría del reencuentro nos conmueve y nos hace evocar tiempos futuros en los que talvez volveremos a compartir intimidades como en el pasado, delante de una taza de café o de una espirituosa copa.

De la ciudad que dejé hace 10 años a la actual, mucho pan se ha rebanado, Lima se ha convertido una de las capitales más prospera de América Latina, se han construido lugares como el Circuito Mágico del Agua, parque en el que regarlo todo es el objetivo principal. Los grandes grupos y artistas del pop y del rock ahora la visitan y dan conciertos. Escapada de aquí de España -mi actual lugar de residencia- la burbuja inmobiliaria lo ha invadido todo allá, la delincuencia se ha profesionalizado y mis amigos siguen corriendo ávidamente por la ciudad, en busca de aquellos taxis que yo ya no utilizo.


Lima es la ciudad a la que siempre vuelvo en mis viajes imaginarios, es la ciudad que un día descubriré a mi hija, es el lugar donde está la familia que ahora cuenta con nuevos y demasiados miembros que no conozco, es la ciudad de un sentimiento que fue absolutamente imposible, es el lugar que dejé por amor y por dolor y al que puede que algún día, si todo confabula, o no, vuelva por una posibilidad; y es la ciudad en la que un día muy... muy lejano, del cual no quiero tener recuerdo, espero dar mi último beso.

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