miércoles, 1 de febrero de 2012

Divorcio a la Española

                                                    

Que pasa cuando aquella persona que un día creímos querer se quita la piel de cordero y nos deja ver la fiera que lleva dentro. Pasan dos cosas, o nos aguantamos, o pasamos por la dura experiencia del divorcio o la separación o la nulidad del vínculo, que dependiendo de las oficinas en las que hayamos formalizado, la contempla hasta el Papa di Roma. 


Separarse, romper, dejarse, son sinónimos de una situación límite que conlleva una serie de cambios que no siempre estamos emocional ni socialmente dispuestos a afrontar. Por eso, muchos de los que piensan que la media naranja se ha convertido en medio cactus, optan por continuar con su vía crucis particular. En la mayoría de casos mantener el status que -contrariamente a lo que pasa con el vino- empeora con en el tiempo.




Entre los cambios que afronta todo aquel que opta por la ruptura, están el posible cambio de domicilio, de amigos y de costumbres. Es muy probable que las parejas con las que antes solíamos quedar para realizar cualquier actividad lúdico festiva, ya no encuentren atractivo el verse con aquellos que, como si de apestados se tratase, pudiesen contagiar su nuevo estado civil o convertirse en fuente de lascivia.

Si mantenemos la relación en cambio, ni domicilio nuevo, ni amigos perdidos, ni rutinas alteradas, solo dejar que la corriente nos lleve hasta que podamos soportarlo y/o decidamos encarar la situación reavivando la llama de lo que un día fue, o nos quememos, en el intento, con las brasas del fastidio. Pero hay quien a todo se resigna, como decía una tía mía: " El matrimonio es para toda la vida, el amor sólo dura un tiempo y mientras a mi y a mis hijos nos nos falte de nada que más le puedo pedir a la vida".

Según el Instituto Nacional de Estadística Español, desde el 2000 hasta el 2006, la tendencia a registrarse nulidades separaciones y divorcios aumenta de 99,474 a 145, 919, casualmente estos son los años en los que la burbuja inmobiliaria va viento en popa y para ser persona todos pagábamos una hipoteca, teníamos un crédito personal y manejábamos, con total desparpajo, por lo menos una tarjeta de crédito


El 2007 la cifra de divorcios desciende a 137,310 y el 2008, año en el que la crisis económica comienza a evidenciarse baja a 118,938. Analistas y psicólogos manifiestan que el importante descenso registrado entre el 2007 y el 2008 podría tener como causa el que muchas parejas, la mayoría con un alto endeudamiento bancario, viéndole las orejas al lobo de la crisis financiera global, prefieren afrontar la situación juntos para evitar ingresar en la larga lista de morosos que día a día se ve incrementada en el país.

Con el cambio de año las parejas españolas seguían reinventando el "hogar dulce hogar", como decía un adhesivo que hace muchas décadas, mi padre engancho en la nevera de casa. El 2009 la cifra de separaciones descendió a 106,166, la gente seguía aguantando atrincherados en la comodidad de su sofá, sin hablarse en la intimidad y jugando a la familia feliz delante de los amigos. Los entendidos en economía pronosticaban, como mucho, 5 años de ajuste, pero con la caída de bancos, rescates económicos de países en ruina y requerimientos de cobros so pena de embargo, la cosa se volvió a descontrolar. 


Las últimas cifras del Instituto Nacional de Estadística respecto al apartado "nulidades, separaciones y divorcios" es del 2010 año en que la cantidad de rupturas volvió a incrementarse hasta sobrepasar las 110 mil parejas. Actualmente, según los servicios de atención psicológica comunitarios, con alrededor de 5 millones de parados, sin pronóstico de solución de la crisis financiera, y con el presidente Mariano Rajoy temiendo que le hagan una huelga general en el patio de la Moncloa,  la cifra de rupturas no va a la baja, todo lo contrario. Los que ya no se querían pero se aguantaban, al ver que la cosa va para largo, no soportan más y dicen firmemente:  "No quiero".


Lo bueno de decantarse por un divorcio en España es que desde la reforma de la ley, el año 2005, este es un acto que puede ser decidido unilateralmente y que no necesita justificación ni presentación de causas ni de pruebas comprometedoras de ningún tipo. Lo malo es cuando la persona a la que decidimos dejar no acepta la situación y pone rocas en el camino, pues si no contamos con los recursos necesarios para pagar los servicios de un abogado, el tiempo de espera para partir peras puede demorar más de lo que somos capaces de soportar.




Ommmmmm!!!! 






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